Definitivamente la figura de Lucio Silla es controvertida y la obra con todos sus personajes navega por los ambiguos limites entre los intereses públicos y privados. Las rivalidades políticas y las alianzas están enredadas con los intereses amorosos, de tal manera que es difícil separar lo público de lo personal y la política del amor.

Estamos frente a una ópera que no contiene grandes acciones. No es la representación de la acción en sí lo que ocupa a la obra, sino que es la representación de la toma de decisiones lo que se despliega todo el tiempo en la escena y es en ese plano donde se mueven y expresan los personajes. Los protagonistas están constantemente llamados a deliberar, a reflexionar sobre sus contradicciones para tomar una decisión. Se suceden las dudas antes que las acciones y es esto lo que va construyendo la obra.

El componente trágico está omitido en esta ópera y el proceso catártico de los personajes sucede de manera abrupta (anagnórisis) en relación con la transformación del protagonista. Esta transformación es la que puede terminar con la escalada de violencia y venganza de la trama y dar una “salida y que tiene que ver con la posibilidad que le confiere el ejercicio del poder a Silla.

Según Séneca, la clemencia “es una virtud que sólo conviene al dictador y podrá utilizarla para su propio beneficio, que es el mantenimiento del poder o el reconocimiento”. Esta definición ubica a la clemencia no como una virtud como tal, sino como una manifestación del poder tiránico. Es decir, que contiene también connotaciones negativas en cuanto que es la “virtud de un superior con respecto a un inferior”.

En este caso la decisión de Silla, el perdón y la entrega del poder, provocan la admiración y la conversión de los sentimientos de todos los personajes devolviéndole el reconocimiento . Esta ad- miración se transforma en una “nueva” mirada que re-posiciona al protagonista y le dice nuevamente quien es, posibilitando un nuevo orden.